La parcela se compone de cinco bancales. La vivienda se sitúa sobre el más alto. Un juego de muros de piedra, organiza una concatenación de espacios interiores, porches y patios exteriores. Así los límites de la casa se desdibujan y el paisaje entra dentro de cada estancia.
Sobre los pesados muros de piedra, una corona blanca enmarca el espacio de la vivienda, cambiando de grosor para contener los espacios y generar dobles alturas.
El muro de piedra más potente, el que atraviesa toda la casa, marca el acceso a través de un jardín de lavanda, romero y menta. 
El acceso, el salón a doble altura, el comedor y la cocina pertenecen a un mismo espacio y se relacionan alrededor de un patio. El patio permite visuales que buscan el exterior de la casa.
Un segundo salón da acceso a tres habitaciones iguales para tres hijos en la planta baja.  
La habitación principal está contenida en los volúmenes de la cubierta y conectada a la doble altura del salón principal a través de una hermosa biblioteca que vuela sobre éste. 
La cubierta, genera grandes sombras en sus lados sur y este (sur para el uso en primavera-otoño, y al este para el verano). Se conforman de este modo amplios porches que suponen la extensión del espacio interior de la casa, ampliando del salón y del comedor. 
Diferentes jardines y la piscina forman un mosaico alrededor de la casa creando ambientes que se van difuminando en la vegetación preexistente.
La piedra empleada en toda la vivienda se obtiene de la misma parcela, integrando de este modo la construcción en el paisaje.